
Se hace de noche. Mientras su otra mamá Nur, adormece al pequeño Yombi en su regazo, Luno se acurruca en los brazos de mamá Tomoa y ésta empieza a relatar, con su voz dulce y llena de amor, las aventuras del payaso feliz, y del caballo soñador…. Luno se siente el niño más feliz del mundo. Le gusta estar en casita y sentir el calorcito de la chimenea, le gusta el olor de mamá Tomoa, y su voz, y su mirada linda, le gusta observar a mamá Nur, y descubrir que ella también lo mira a cada instante, y le regala su inmensa sonrisa y le gusta tener al pequeñajo de Yombi como hermanito……¡Le encanta su familia!…..sabe que cada niño o niña tiene una familia y que no todas son iguales, y sabe que, para cada niño o niña, la suya es la mejor, la más bonita. Y para Luno, su familia es la más maravillosa y no la cambiaría por nada del mundo.

Los niños se han quedado dormidos, mamá Tomoa y mamá Nur se miran emocionadas, no tienen que decir nada, sus miradas cómplices delatan lo felices que se sienten en ese instante, lo orgullosas que están de su pequeña y particular familia que es para ellas dos, su mayor tesoro. Y es que en el hogar de Luno, reina el amor, la alegría, la valentía, la ilusión….
Todos los días y todas las noches son especiales en la vida de Luno, pero esa noche sucedió algo mágico. Sus dos mamás los habían acostado ya a él y a Yombi en sus camitas y tras darle el beso de cada noche, bajaron a sentarse junto a la chimenea.

¡aaah! ¡Qué susto! ¿qué era aquello?.....el pequeño Yombi se movió en su cama por el grito de Luno, pero volvió a dormirse……Luno había cerrado los ojos de susto, pero era un niño muy valiente y curioso, así que decidió abrirlos para descubrir qué era lo que había asomado a su ventana…..al abrirlos pudo ver que “aquello” seguía allí, detrás del cristal, era de un color blanco moteado de plata, lanzaba destellos brillantes y tenía dos ojos inmensos que lo miraban con la misma curiosidad y sorpresa con la que Luno miraba a los suyos….los ojos de “aquello” eran muy grandes, oscuros, profundos y…….¡muy bonitos!…..rápidamente Luno se sintió tranquilizado por la amabilidad que trasmitían aquellos lindos ojos y pudo ver, como al instante, se dibujada una gran sonrisa en aquella carita graciosa que lo miraba por su ventana….entonces lo supo……¡aquella cara era la de la luna!....¡la luna había bajado a asomarse por la ventana del dormitorio de Luno y Yombi!
Abrió la ventana y la saludó con alegría y sorpresa….
- “¡Buenas noches luna lunera!”
- “¡Buenas noches pequeño Luno! siento haberte asustado”
-“¿Cómo sabes mi nombre?” preguntó desconcertado el pequeño. “Pues porque soy la luna, conozco los nombres de todos los seres, hombres, mujeres, niños, niñas, hadas, duendes, trasgos, animales….que habitáis en la Tierra”
-“¿Has dicho hadas, duendes y trasgos…..?” ¿En la tierra? ¿Aquí, conmigo y con Yombi y con mis mamás?.... ¡Creía que sólo existían en los cuentos!.... ¡Verás lo contenta que se va a poner mamá Tomoa cuando le cuente que verdaderamente existen! Ella siempre me dice que tengo que creer en la magia”

-“¡Pues claro que existen! Pero las personas suelen estar tan ocupadas en sus cosas, caminan tan aprisa por la vida, colman su mente con tantas preocupaciones que no encuentran un instante de tranquilidad, de serenidad, para pararse a observar la belleza del mundo que los rodea, para disfrutar del canto de un pájaro, o de la flauta de un gnomo, o para respirar el aroma de una flor, o el perfume de las hadas que revolotean junto a las mariposas….
Po r eso he venido a verte a ti, porque tú sí lo haces, porque permites que tu mente viaje por mundos de ensueño donde a los leones les gusta comer ensalada de frutas o a los cocodrilos les gusta recitar poemas de Gloria Fuertes, porque eres capaz de sonreír cuando ves un arcoíris, o cuando una pequeña rana da un saltito entre los nenúfares del jardín. Te he buscado a ti, porque tus mamás te han enseñado que lo más importante en esta vida es ser feliz, y disfrutar de las cosas bellas, de los buenos momentos, valorar todo lo bueno que hay en la vida, en cada día, sea grande o pequeño….y porque sé que en tu casa, en tu familia, en tu hogar, no dejáis que las preocupaciones emborronen vuestra felicidad tejida con los coloreados hilos del amor, porque sois valientes y luchadores y afrontáis la vida con ilusión, con serenidad, con alegría. Por eso te he elegido a ti.”
-Luno estaba atónito y feliz…. “Gracias por todas las cosas bonitas que has dicho de mí y de mi familia. Sé que hay muchos tipos de familia, pero desde luego, para mí, como la mía no hay otra igual. Me gusta muchísimo como es y no la cambiaría por ninguna otra.
Has dicho que me has elegido para algo, ¿Qué quieres que haga por ti, querida y simpática luna? Estaré encantado de poder ayudarte”
-“Pues verás, dijo la luna, sé que pronto cumplirás los tres años, y que aún usas tu querido chupete para dormir. (Luno se sonrojó al escuchar esto, mamá Nur le había dicho que tenía que guardarlo y no usarlo más pero a él le costaba mucho deshacerse de su inseparable chupete por las noches). ¡No te incomodes querido Luno! Cada niño o niña vive de manera diferente y no por eso es mejor o peor que los demás. Unos lo dejan antes, otros después, otros nunca lo tuvieron…el caso es que necesito que me ayudes…..en donde yo vivo, el país lunar, han nacido hace poquito unos hermanitos, Lunillo y Lunilla, que viven con su papá porque no tienen mamá.
-¡Exacto Luno! ya sabes que hay muchos tipos de familias, unos niños tienen papá y mamá, otros tienen dos mamás o dos papás, otros tienen solo un papá o solo una mamá, otros viven con sus abuelos, o en un colegio con otros niños sin papá ni mamá…. Pues bien, Lunillo y Lunilla viven solo con su papá y éste sólo tiene un chupete, así que por las noches, uno de los dos niños llora porque no tiene chupe. Su papá ha buscado por todo el país lunar, pero no ha encontrado más chupetes, así que está un poco triste. Yo, que como tú, no soporto la tristeza y quiero que todos vivan alegres y felices, he pensado que quizá tú me podías ayudar…”
-“¡Uhm! ¡Déjame que piense!... ¡Ah! ¡Se me ocurre cómo puedo ayudarte!....yo pronto voy a cumplir tres años, y ya hace tiempo que tenía que haber dejado de usar chupete, pero he estado remoloneando y aún guardo uno escondido bajo la almohada que uso por las noches cuando duermo. Si quieres, se lo puedo regalar a Lunillo y Lunilla y así nunca más llorarán.”
-¡Es una magnífica idea Luno! ¡Eres un niño muy generoso y muy bueno! Si te parece bien, ven conmigo al país lunar y se lo das tú mismo. ¡Verás que contentos se van a poner! Antes de que se haga de día estaremos de vuelta, no te preocupes.
Y así, el pequeño Luno, se guardó en el bolsillo el chupete, se sentó en el regazo de una estrella lunar y balanceando sus pies, surcó el inmenso cielo, saludando a las otras estrellas que brincaban a su alrededor como polillas de la luz.
Tras una hermosa travesía a lomos de la estrella, llegó a la luna, de un brinco saltó al suelo y quedó maravillado con lo que pudo ver a su alrededor…todo era de un blanco brillante con destellos plateados. A un lado, la tierra se extendía surcada por hermosas dunas de blanca arena, al otro lado, hermosas praderas de nívea hierba salpicadas de cientos de florecillas del mismo color. Blancas colinas y cimas nevadas de majestuosas montañas de cuyo seno manaban, a borbotones de vida, cascadas de plata que brindaban caudalosos ríos con que regar las tierras y a cuyas orillas acudían todo tipo de animalitos a beber de sus aguas cristalinas…..todo, el agua, los animales, las flores, la tierra, era de un solo color, de un blanco brillante, luminoso, deslumbrante, hermoso….

“Se hace tarde, ya casi es hora de regresar”, comentó la Luna, “pero antes quiero hacerte un regalo, Luno, en agradecimiento por tu bondad y generosidad. Espera y verás.” Desde las colinas, bajaba galopando el más hermoso caballo que Luno había visto jamás….las crines plateadas mecidas por el viento salpicaban a su paso destellos de luz. Al llegar hasta el roble, el caballo se paró justo junto a Luno y le hizo un gesto para que montara en él.
“Ya sabes que yo siempre velo mientras duermes, pequeño Luno, y cada noche te encuentro en tus sueños acompañado de hermosos caballos. Es fácil imaginar, por tanto, que no hay nada que te guste más, por eso quiero despedirme de ti dejándote montar a lomos de mi caballo. Él te llevará de vuelta a casa”
Luno se despidió de todos sus nuevos amigos, agradeció a la Luna haberle regalado una noche tan mágica y lleno de alegría, subió a lomos de tan bello corcel y montado en él, galopó por las praderas, cruzó los ríos, subió montañas y surcó los cielos…
A la mañana siguiente, al despertar en su cama, se acordó de la Luna, del roble, de Lunillo y Lunilla, del caballo…y creyó haberlo soñado…..sin embargo…. su chupete había desaparecido, ¡Ni rastro de el!.....Mamá Tomoa tenía razón… ¡Hay que creer en la magia!